miércoles, 16 de enero de 2019

IV. Aire


Subo las escaleras concentrándome en la distancia de cada escalón. Me corro el flequillo porque me da calor. Huelo en mis manos el óxido de la baranda. Me abrís la otra puerta, la que da hacia dentro. Me siento en el sillón con la urgencia de querer situarme junto a los objetos que te rodean. Observo tus movimientos al dejar las llaves en la puerta, acomodarte la remera, correrte el pelo detrás de las orejas. Te observo mirar el piso, pensar una frase para disculpar el estado de tu casa. Salvo esto último, pienso que lo que observo son todos tus movimientos cotidianos. Me alegro sonriendo levemente. Eso te hace ruborizar. Disimulas sentándote en la silla del escritorio, preguntándome qué me gustaría escuchar. No esperas respuesta. Me decís, tenes que escuchar esto, es todo lo que está bien en el mundo. Yo te digo que vos sos todo lo que está bien en el mundo y te pregunto si te acordás de los besos detrás del sillón o de la vez que abrimos nuestras bocas y nos salieron sombras largas y densas, y de cómo todo eso fue luz también. Me ofreces un mate, me mostrás la planta que cuidas, la que no sabemos el nombre pero que vive a pesar de todo. Un cuadro impresionista decora tu baño. Tu cuarto desde las tinieblas invoca una tranquilidad fresca. Dejo a mis dedos pasear por las paredes mientras me pregunto cómo llegará el sol por las mañanas. Te pregunto si te acordás de los tachones en tus notas, de los libros que arreglaste con cinta, de la vez que me contaste que lloraste o cuando nos abrazamos cayéndonos por las escaleras. Me ofreces otra cerveza. Te prendes otro cigarro. Junto las migas que quedaron. Voy a la cocina y busco el tacho. Miro hacia afuera a través de la ventana y escucho como el grillo invita a la noche. Buscas las llaves. Te digo que las dejaste en la puerta. Mientras bajamos, te das vuelta tomando coraje y me preguntas si yo te quería decir algo. Te digo que solo quería saber cómo estabas. Le sacas tensión a tus hombros mientras una ráfaga de viento golpea la puerta que da hacia adentro. 
No te preocupes, pasa todo el tiempo.
Recibo tu abrazo a través de la reja que se cierra.








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