lunes, 30 de enero de 2012

La célula muerta.

Si la célula muerta
se animara a hablar…
sabe que lo tiene en sus genes
aunque no quiera crecer,
aunque haya nacido muerta
y de sus entrañas salga el rayo que lo crea todo;
aunque se manifieste pequeña
y multiplique sus venenos,
sabe que la comerán
que se pudrirá
que no podrá siquiera aguantar el destino de las neuronas
ni vivir en la piel
ni acostumbrarse a los latidos
al bombear del corazón que ya existe antes que ella,
porque las otras,
las ingratas,
osaron florecer
osaron vivirse, armonizar
juntarse, encadenarse
ser matemáticamente perfectas
hasta que el huésped las corrompa
hasta que se confundan de dirección y retomen por la arteria equivocada
hasta que lleguen a los pulmones asustadas
y se contaminen de enfermedad, de raíces del mundo exterior.

Entonces, para qué ese destino
para qué esa utilidad,
mejor la novedad de saberse ya muerta
de tener otros colores
de esperar la rápida desintegración
que ya apenas abierto los ojos dióse cuenta
apenas esbozado el primer caminar
la primera tentativa,
que de millones
lo mas minúsculo
contiene en sí mismo el infinito,
y si no es eso
será otra cosa
otra energía
otra potencialidad
explosiones dentro de las circunstancias;

Si se puede elegir la vida o la muerte
pero no el existir
que es uno solo
pegadoaotroscuerpos
sin voz
sin recuerdos,
puro misterio.

Y que si se puede ser trágico,
si la comedia da lugar a los rincones
en los que podamos llorar;
si cada exactitud sea la medida equivocada.

La célula muerta prefiere elegir la muerte.