jueves, 15 de diciembre de 2011

Charco.

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El Pacífico chocó contra el Atlántico.
Lo dejó perplejo. Abatido en su nebulosa de burbujas sin consuelo.
Lo desmigajó.
Le dijo: espantapájaros.

El Atlántico,con sus colores de calidez coral, apuró un ensayo
se dejó arrastrar como un río;
aprovechó las distancias hacia arriba para decirle a las montañas
que ya no habrá más dulzura de las lluvias.

El Pacífico,
dueño de lo oscuro,
arremete contra el Atlántico.
Lo cristaliza en una era de glaciares boreales.
Lo mira con indiscreción.

Es la idea de ahogarse la que lo persigue.
El miedo a extinguirse.

La conquistas de territorios es mucho más antigua que su historia. //

Es la idea fija del ahogado.

Cuando el agua entre en los pulmones y prevalezcan las arcadas de tos salada.
Cuando se forme la piedra de caracoles y desde dentro se escuche el rugir del mar.
Cuando se haga la canción y se aplauda a la obra maestra.
Cuando la luz ilumine el rostro azul pálido de la muerte.

La idea fija de salvación.

Y entonces se podrá hablar de espíritus artísticos.

Cuando el Pácifico se lleve la desolación.




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El Atlántico respondería.
Tus playas son las más frías.



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