miércoles, 23 de abril de 2014

Suéter de lana


Con la pluma empujo al poema
en la oscuridad de la luz de un fuego.

Allá afuera
yacen los vidrios empañados,
y mientras yo enciendo mi hierba,
veo pasar los autos como fantasmas;
el ruido de sus motores resonando a lo lejos,
mezclándose con el sonido del tren
y los perros que ladran.

De pronto me pregunto
si podré besar mis pies desnudos este invierno,
si sabré esperarme en el silencio,
si podré salvarme de sus ojos tan oscuros
como la tierra húmeda de mi jardín.

Es desolador querer enlazarme de fuego
en esta casa,
en este cuarto de vida,
bajo este instánte de contemplación.