jueves, 9 de septiembre de 2010

Decir: te amo.

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- Me decis a mí asqueroso porque mezclo las galletitas dulces con las saladas y tu sueño, ¿no es un asco?
- Depende de la perspectiva en lo mires. Supongo que simplemente es algo surrealista, expresionista si se quiere.
- ¿Eh? Soñar que se te va a salir una muela pero queda colgando de un pedazo de encía que es como una carne gomosa que se estira, ¿es algo expresionista? Yo creo que es un asco, más si me lo contas en el desayuno.
- Ay, qué nenito de mamá. Che, ¿y vos compras el diario?
- No, leo las noticias por internet cuando tengo ganas.
- Ay, ay. Encerrado en su propia burbuja el nene.
- ¡Qué! Ahí tenes la compu, prendela y fijate.
- No, discúlpame. Soy una chica de la vieja escuela. Me gusta el papel, la tinta manchando mis dedos, arrugar las hojas con las ridiculeces que tengo que leer.
- Bueno, si queres acá abajo, casi en la esquina, tenes el quiosco de diarios.
- Sí, me di cuenta hace un tiempo. Digo, no es la primera vez que vengo a tu casa.
- ¿Tengo que ir a comprar yo?
- No me pongas esa cara de víctima, aunque te quede hermosa, sos un caradura. Voy yo, de paso respiro un poco de aire fresco.
- En medio de todo este bochinche nunca hay aire fresco.
- Me llevo este sobretodo tuyo de acá. Mirá como me queda, parezco una carpa. ¿salgo así en ojotas?
- Sí, ya fue.




- Me extrañaste, ¿bichi?
- Por supuesto, mi reina.
- Qué hijo de puta mentiroso que sos.
- Ey, por qué ese nivel de agresión. Vos empezaste con la ironía.
- ¿No se te ocurre pensar que toda broma tiene algo de verdad y que me gustaría que me extrañaras?
- Uy, cómo estamos querida.
- Uff, qué boludo.
- Vení acá zopenca. No te me pongas chinchuda, dejame darte unos besos.
- No, soltame. No estoy chinchuda, me tengo que ir a cambiar porque llego tarde. Che, posta que se ve más grande el living de día, tenías razón.
- Viste, estos edificios viejos no dejan nunca de sorprenderme. Lástima que estén tan embotados en el medio de la cuidad.
- Igual las puertas son re pesadas, no puedo cerrar la del baño. ¿Me venís a ayudar?
- ¿Tenes miedo que te vea haciendo pis?
- Claro que sí. Mira si te dejo de gustar.
- No tenes que estar todo el día producida, querida. Si con la cara de dormida de hoy a la mañana estabas radiante.
- Ya sé, pero es cuestión de no se… vergüenza. Es la primera vez que me quedo a dormir en tu casa y la verdad no pensé que me ibas a pedir que me quedara.
- ¿Y por qué no lo iba a hacer?
- Que se yo. No me había quedado antes a dormir, nos conocemos hace relativamente poco, y no nos dijimos ...
- ¿Qué?
- Nada, nada. No encuentro el otro zapato, ¿lo viste?
- Fijate debajo de la cama.
- Sí, acá está. Qué genio, te mereces un beso. Che, ¿no tenes que salir vos también en un ratito?
- No, hay reunión hoy y nos dijeron de ir a las cinco de la tarde, así también estamos con los de la noche.
- Ah, bueno. Qué suerte eh. ¿Vas a dormir todo el día?
- Por supuesto que no. No sé con quién te pensas que estás saliendo.
- Ah, ¿ahora estamos saliendo?
- Y sí. Va, no sé. Quizás te gusta aprovecharte sexualmente de este cuerpo mío. Es natural, ya me acostumbré al hecho de haber nacido con este don.
- Callate, Don Juan. Acá la hermosa soy yo.
- O los dos. Selección natural de belleza. Nuestros hijos van a ser perfectos.
- Ah, ¿pensando en hijos?
- Uff, por qué tan a la defensiva. No me pongas a prueba, chiquita.
- No te pongo a prueba. Me tengo que ir.
- Bueno, pero deciselo a tu cara.
- ¿Decirle qué?
- Te estás yendo enojada, decepcionada, no sé. ¿Qué te hice?
- Nada, sólo que me tengo que ir.
- Bueno, pero decímelo antes..
- ¿Decirte qué?
- Que me vas a extrañar. Y no te rías, sabes que es verdad.
- Bueno sí, te voy a extrañar mi don Juan.
- ¡Ahí va! Ves, no tenes por qué mostrarme las garras. Yo también te voy a extrañar. Yo también te amo.

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