lunes, 16 de julio de 2012

Homenaje



Te soñé.
 Lo sé porque te ví despierta; escarbabas la luz, dejabas secar la aspereza.


Blanca esperanza
la de tus pieles que agonizan
porque todo el color las acaba
las embellece y las mata.
Y que si ahora vivieses
las llevarías colgando
en tus codos,
en los rieles del lienzo.


Por eso creí seguir estando dormida cuando te descubrí en la 11 west,
solito, inmaculado
sin otra leyenda que la de tu nombre inmortal
(que si ahora viviese llevaría su piel colgando)

Te viví.
Lo sé porque estaba dormida; me inundaste de luz, me lastimaron tus detalles.
Era cierto que todo aquello se lo pediste prestado para siempre a la tierra. Lo sacaste del vientre, lo llamaste poesía y lo tiraste al viento esperando que se seque como la pintura que perdura por años esperando ser tachada, prohibida, ultrajada.
Qué belleza la de los ojos ignorantes que te contemplan porque pueden armarte a cualquier imagen y semejanza, a la línea llamarla destino, a los colores, tragedia; a la trama, esperanza.
Qué suerte que te he visto y poder así darle vida al mito.



¿Acaso no es cierto que enhebras en oro el tiempo
o es solo un invento mío
de esta vigilia abstracta que no sabe si ha contemplado una quimera
o una aspiración?




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