miércoles, 2 de mayo de 2012

Retrato.


Con un aire de elegancia fingida se levanta y se limpia los restos de polvo.  Abrocha el botón de su saco, anuda el otro. La flor de la vida se consume en un fuego feroz. Tira las cenizas en el marco de papel que le hizo a la foto de él y su pareja, su pareja  y alguien más. Un pelo consumido por el cigarrillo que ya no alumbra la pequeña parcela de oportunidades home sweet home. Pelo largo, lacio, teñido, siempre se le notan las raíces, siempre un pelo descompuesto da la nota, muriéndose en la bañadera, dejándose caer en la almohada, en la ropa (se limpia los restos).

 Amanece y es el otro de los ojos rojos luego de las batallas de fuego. Creyó escuchar voces, creyó morirse en el ahogo, alguien intentó devolverlo a la noche pero no se dieron cuenta que lo devolvieron a su infierno del día a día. Ahora intenta componerse  pretendiendo ser una obra de miles de pedacitos puestos juntos para terminar de encuadrarlo y duplicarlo en cada caja que promete quinientas piezas.
Con ese aire de confianza, mueve algunos estantes, busca el tarro vacío, saca la carta y lee:
Razones como ésta/ razones de amor/ etéreo tu firmamento/ la mirada se vuelve eclíptica/ la sustancia de nuestro semejar/ la base del fondo del mar.

Ensaya un comienzo de insultos torpes, se dice que la explicación lo es todo pero no quiere escuchar ninguna explicación porque ya conoce el rímel de los ojos amarronados, enchastrados en lodo, y la boca golosa de rojo color a llanto. Conoce las perversiones de sus manos y los silencios de las madrugadas en que no quiso que la toquen ni que le digan cariño; la ausencia de compostura las tardes de domingo.

Solía repetir en su cabeza:
Ves el cielo, amor, lo ves, el agujero negro que somos, lo ves, vamos  a tragarnos toda esa materia.

If you stare at me, I’ll ..
just stare at me
Show me the line where you end
the moment when you die of love because of me.


Se limpia del polvo cuando se levanta. Con los dedos manchados de gritos, con la ingle en clave de sol. Mirando el cuadro de su pareja y él.

¿Es verdad qué hay alguien más en la ropa, en las escaleras, murmurando en el pasillo: eres mi razón de amor, etérea en mi firmamento?

Un corte en la quijada, un quiebre cada dos por tres, pisando baldosas llenas de polvo. Se limpia las manos con el marco de oro, de simetría, de caja de rompecabezas; cuántas cabezas perdimos hoy, amor;cuántos hijos.

Devuelve la carta, el comienzo, devuelve todas las lecturas de las tres de la madrugada:
El día que nos conocimos/ púrpura el cielo / y  el fondo del mar.

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