Subo las escaleras
concentrándome en la distancia de cada escalón. Me corro el flequillo porque me
da calor. Huelo en mis manos el óxido de la baranda. Me abrís la otra puerta,
la que da hacia dentro. Me siento en el sillón con la urgencia de querer situarme
junto a los objetos que te rodean. Observo tus movimientos al dejar las llaves
en la puerta, acomodarte la remera, correrte el pelo detrás de las orejas. Te
observo mirar el piso, pensar una frase para disculpar el estado de tu casa.
Salvo esto último, pienso que lo que observo son todos tus movimientos
cotidianos. Me alegro sonriendo levemente. Eso te hace ruborizar. Disimulas
sentándote en la silla del escritorio, preguntándome qué me gustaría escuchar.
No esperas respuesta. Me decís, tenes que escuchar esto, es todo lo que está
bien en el mundo. Yo te digo que vos sos todo lo que está bien en el mundo y te
pregunto si te acordás de los besos detrás del sillón o de la vez que abrimos
nuestras bocas y nos salieron sombras largas y densas, y de cómo todo eso fue
luz también. Me ofreces un mate, me mostrás la planta que cuidas, la que no
sabemos el nombre pero que vive a pesar de todo. Un cuadro impresionista decora
tu baño. Tu cuarto desde las tinieblas invoca una tranquilidad fresca. Dejo a
mis dedos pasear por las paredes mientras me pregunto cómo llegará el sol por
las mañanas. Te pregunto si te acordás de los tachones en tus notas, de los
libros que arreglaste con cinta, de la vez que me contaste que lloraste o
cuando nos abrazamos cayéndonos por las escaleras. Me ofreces otra cerveza. Te
prendes otro cigarro. Junto las migas que quedaron. Voy a la cocina y busco el
tacho. Miro hacia afuera a través de la ventana y escucho como el grillo invita
a la noche. Buscas las llaves. Te digo que las dejaste en la puerta. Mientras
bajamos, te das vuelta tomando coraje y me preguntas si yo te quería decir
algo. Te digo que solo quería saber cómo estabas. Le sacas tensión a tus
hombros mientras una ráfaga de viento golpea la puerta que da hacia
adentro.
No te preocupes, pasa todo el tiempo.
Recibo tu abrazo a través de la reja que se cierra.
No te preocupes, pasa todo el tiempo.
Recibo tu abrazo a través de la reja que se cierra.
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