Voy a buscarte. Te veo cruzar la vereda con ademanes de tropiezo. No
esperas que los semáforos cambien. No crees en la razón de la espera. Casi
tropiezo yo también por seguirte con la mirada. Voy a buscarte. Eso hago bien.
Ir a buscarte, llevarnos a pasear. Creo recordar que alguna vez me dijiste que
cuando hace frío y viento, el sonido de las hojas moviéndose suena distinto. En
eso pienso mientras desvió la mirada hacia los árboles y dejo que te acerques.
Nos abrazamos. Increíblemente en ese momento no tropezamos. Me acomodo la ropa,
corro mi pelo detrás de las orejas. No entiendo cómo elegí lo que me puse.
Manejo por las calles de los barrios, no importa si tardo más. Me gusta
imaginar la vida privada dentro de todas esas casas, sobre todo si es de noche.
Entonces me decís que te gustan las luces tenues de los veladores cerca de las
ventanas que dan a la calle, el olor a salsa, escuchar algún instrumento
sonando y nunca vislumbrar siquiera la sombra de una persona dentro. Te sonrío.
Te digo tantas veces que estaba pensando lo mismo que ya no me animo a
decírtelo. Elijo elaborar sobre la idea hasta que estacionamos. Caminamos hasta
el río. Suenan nuestras latas al abrirse. Brindamos por esa calma necesaria.
Por el horizonte de agua aunque esté oscuro y solo veamos puntitos luminosos,
veladores encendidos en los barcos. Me contas que en tu niñez tenías un libro
que se llama Boya. Una boya roja con una campana y un farol que vivía sola en
el mar. Tenía por amigas a una foca y una gaviota. Me decís que era uno de tus
libros favoritos. Que había algo en ese libro que siempre lograba conmoverte
una y otra vez. Me decís que no crees ya tener ese sentimiento. Que todo te
aburre demasiado rápido. Luego te quedas en silencio y recapacitas. Me decís
que en realidad eso te pasa con las personas. Entonces quiero convertirme en
una boya roja con una campana y un farol que ilumine toda la noche. Elijo
decirte que no creo que sea así en realidad. Acaricias mi mano en
agradecimiento y te paras. Me enriedo viéndote ir y venir por el anfiteatro
abandonado. Quiero levantarme e ir a buscarte. No puedo.
Me siento flotando.
Pasa cerca de mí una chica en bicicleta. Una pareja paseando un perro. Un tipo con ropa deportiva hablando por teléfono. Tu voz me llega como un eco. Ya no vislumbro tu sombra.
Me siento flotando.
Pasa cerca de mí una chica en bicicleta. Una pareja paseando un perro. Un tipo con ropa deportiva hablando por teléfono. Tu voz me llega como un eco. Ya no vislumbro tu sombra.
Bendiciones
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