A veces sigo vientos,
a veces digo sombras
y cuando quiero ausentarme
simplemente
retomo la historia.
Salgo cerrando puertas,
haciendo ese ruido
apenas
de pasos que se alejan
del lugar estático
desde donde
este poema comienza.
Describo solemne
recovecos en los besos,
bostezos de trenes lentos
y un abrazo partido
que se encuentra de nuevo
cuando el sol se oculta.
Me muevo
entre charlas lentas,
el cigarrillo
se me desarma
en una risa
y no puedo evitar
que los días sucedan
en horas impares,
que se salteen dudas,
y que,
como por arte de magia,
mi voluntad sucumba
al ensoñamiento.
Verano que en mi cabeza crea
melodías que me arrastran
al origen de todo sentir,
contemplo la tarde
para nunca olvidarla,
izo mis velas
para no naufragar,
y recuerdo tu pelo
como ningún otro pelo
y me quedo pensando
en tu imagen
sobre el marco de la puerta
que no pude cerrar
mientras me dejaba caer flotando
por las escaleras
y recorría con mis dedos
los dibujos de las paredes,
las fotos colgadas
entre las cosas.
Y canto espectros
y siento nombres que regresan
a saludarme
y preguntarme cómo estoy.
Y yo que les digo
que a veces
espero repeticiones,
y sigo vientos
y digo sombras
y apago faroles
como si fuese
un capricho del azar,
una coincidencia
de la pura magia.
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